Ir al contenido principal

Diario de una feligrés


Sor Giovanna, Gio, esa soy yo. Que ¿qué puedo decirte de mi? Nada, porque mi presente es mi pasado, cuando me conozcas ya seré otra.

     Un dizque amigo me dijo que
solamente los estúpidos no cambian,

por eso siempre estoy cambiando.
     Mi vida no es un paraíso y a veces es un verdadero infierno, pero hasta hora la he librado saliendo con la cabeza en alto.
     En definitiva; soy una india pata rajada. Y aún hoy, es como si quisiera vengarme de un hombre a través de todos los hombres que conozco. Él solía decir siempre su frase preferida, que no es indio el que no se venga. Y yo a esta amenaza la convertía en albur y en obscenidad; me imaginaba a todos los indios viniéndose, y se lo decía. ¡Claro, era una broma y el pobre nunca la aguantaba! Vengarse no es lo mismo que venirse.
     Casi no navego en Internet, qué más quisiera, estar en Punta del Cielo bebiendo un café, escribir sin ver en mi laptop, y no aquí, de a dedito, en un Café-Internet que ni venden café, y que si te dan ganas de orinar allí habrá acabado tu hora de a diez pesitos.
     Por eso prefiero que me escriban a mi correo, y aunque soy bien guarra, me gusta leer cosas chidas, y novela. Me encanta la televisión, ella siempre me ha acompañado en mis soledades...
     Tampoco doy mi celular al primer payaso que me lo pida. Por eso, si decides conocerme toma tu tiempo, y tómalo con calma, sino, ni te molestes. Los pubertos con urgencias de cualquier tipo y edad, abstenerse. Y no me mal entiendas, he andando con hombres de cuarenta años como en la canción de José-José, “40 y 20”.
     Ahora bien, si quieres el camino fácil hay te va (pero también usa la cabezota). El número telefónico de la casa donde vivo es: _519454_, el de mi trabajo: _ _904336, solo tienes que colocar los números dónde hacen falta, uno es obvio, para el restante hay diez oportunidades, y de los cuatro dígitos que faltan tres son repetidos. Hago esto porque a mí me lo han hecho, y porque a veces vale la pena hacerlo, y porque aunque no creas casi no navego en Internet, pues soy muy “probre” mi Torito, y hay que ir tras el chivo mi Chorreada.
     Nací en Cuba pero soy mexicana y amo a Fidel.
     Muchos tarados me han escrito por lo del número telefónico incompleto diciendo: Esto es cómo los concursos de la televisión, ¿verdad? Y otros patanes que se han atribuido mi patente me escriben: “Hay te mando también mi teléfono Mad, y tú también tienes diez oportunidades”. Otros, de plano, susceptibles… me han mandado muy, pero muy lejos hasta el mismo miembro fálico… Que lo han de tener escaso y disminuido, porque el que en pan piensa hambre tiene.
     Detesto a los imbéciles; siempre resultan ser malos amantes ¿Qué más puedo decirte?
     ¿Pues qué puedo decirte?

No sé cómo comenzar esto. No sé qué decir realmente pero me gustaría escupirte la cara... No, control, tiene que haber un buen principio. Es la regla entre la gente civilizada. Como cuando comenzamos y estábamos enamorados...
    —Está bien, me controlaré —. De todos modos no podría hacerlo como quisiera. No sólo porque no sé, sino aparte porque estás muy lejano, en la Patagonia, y hay que saber escupir fuerte, porque si no te puedes estropear tú misma y el gargajo regresarte como un búmeran en la cara…
    Qué asquerosidad lo de los escupitajos. Es más de hombres que de mujeres, se les da en automático. Porque escupir no es arrojar saliva, así, a lo bruto, eso es babear. Lo otro lleva sus componentes químicos y hasta íntimos sentimentales. Nace de lo más profundo de uno, del ronco pecho...
    Eso sí, y te lo agradezco, no me enseñaste a escupir pero sí a ser prudente, y que nunca piense aquello que no esté dispuesta a hacer, a acompañar el impulso con el pensamiento y si se puede, con las palabras.
    Qué, ¿habría alguna diferencia si solamente hago sin pensar?
    —Mucha —, me dijiste. Y que la libertad consiente sabe a gloria. La reacción es buena pero conducida es mejor. Si puedes controlar lo que haces entonces te pones a la altura de Dios; y eso es muy placentero, raya en lo pecaminoso...
    Está bien, controlaré mis esfínteres.
    Oh gran teórico de la ética, autodidacta teólogo de pacotilla, maesse de la conducta. ¡Cuánto me enseñaste! No te entendía nada, ni mandarinas, hasta que me lo ejemplificabas con manzanas o con alguna canción de Arjona.
    Que pensaste escupirme la cara, me lo dijiste y no lo hiciste.
    ¡Fariseo hipócrita!
    —“En verdad os digo que todo lo que este hombre enseña: aprendedlo y hacedlo. Pero no hagáis como él, porque él no quiere levantar ni con un dedo la pesada carga que echa sobre los demás” —.
    ¿Qué raye tu camioneta? Ajá, premeditadamente, per se. Hoy me da risa y te lo confieso. Pero en ese momento me moría de los nervios y después de las ganas de decirlo. Mea culpa, mea sola.
    Pasaron un par de semanas entre el pensamiento y el impulso. Fue la madrugada esa cuando los vecinos habían tenido fiesta y algarabía. Tú estabas cansado, molesto; el tedio se te volvió un obstáculo insuperable. Al otro día los culpabas sin pruebas y yo me moría de la satisfacción. Hasta la fulana esa, lanza calzones, a la que le sigues el pedo salió bailando. Porque una cosa es el flirteo y andar de caliente paseándose con quien no se debe, y otra, muy distinta, es que chundes a quién te mantiene el vicio…
    El estomago es primero mi rey, y la comida pesa más que los suspiros y que las flatulencias.
    Asúmelo mi amor, eres también un chundo y un clientelazo jijo de la tiznada.


"Traen a una mujer, tomada en el mismo hecho: adulterando. Y en la ley mandan apedrearla; tú pues, ¿qué dices?".
Que porqué regresé. No lo sé. ¿Es que crees que soy una fábrica de respuestas y de justificaciones a priori? No es así, apenas y te puedo dar la razón. Pero no porque lo crea realmente, me atosigan tus procesos mentales, no los entiendo. Y eso es lo que me pasa, no quiero más jorobes, lo que sigue, a otra cosa mariposa. Si para eso es necesario darte la razón y el cuerpo, allí están. Puedes pensar que les has ganado. Acabar tus fantásticos y prosódicos requerimientos masturbadores, amén de cualquier frase caricaturesca o solemne que te plazca: “te lo dije”, “ya lo sabía”, o “el mal nunca vence”... Solo quiero estar en paz el mayor tiempo posible. Ya no me garantices nada. El instante, solo eso quiero, aunque suene a capricho. He ir improvisando como dos desconocidos que no se asesinarán, pero que tampoco se salvarán. Basta de esa dosis hipócrita de heroísmo mercenario que cree que lo salvado es de su propiedad. Porque si la salvación es el encierro sincrónico, repetitivo esquema de seguridad tara cuatro por cuatro, adiós, good bye my love. La realidad allí esta. Si no la soportas disfrázala de lo que quieras, embadurnarla de chantillí y copetéala con una cereza almibarada, cierra los ojos y cómela. Si quieres finge que fue un sueño como yo le hago. Complace a quién te complació alguna vez. No trates solo de librarte. Ni te asumas tampoco como el redentor del mundo porque entonces estaremos fritos.


¿Te sorprende verme por acá, en tu intimidad? ¿También tú te has paralizado de miedo como un reptil por sentirte cachado y pillado infraganti? Tú que prometías lealtad a pesar de todo, ¿tratarás de esconder la cabeza como un avestruz?
     —Es la mejor respuesta a una crisis... Es un reflejo primitivo —, decías y me lo restregabas en la conciencia en todas esas ocasiones que supusiste me sorprendiste in situ. Yo me paralizaba de miedo y me escondía, es verdad, porque no quería que vieras, porque no quería perderte. El amor no puede existir sin la mentira y es necesario mentir para que haya amor. Siempre me absolvías y me hacías jurar lealtad setenta veces. Juraba por todo, por mis santos, por los tuyos y, juraba por lo único que tenía realmente: mi vida entre tus manos. Todo lo que tocabas lo convertías en letanía y en letra muerta. Te odio porque no me estabas perdonando: te perdonabas tú mismo por quererme. Tú, me has convertido en lo que soy, tu hipócrita piedad y abandono me han convertido en esto:
     —Puta irredenta —, me gritaste cuando abordaba el taxi, perra mala, regresa, me mensajearías… ¿Sabes? Esa era la única dificultad entre nosotros, no sé si serás distraído o pedante. Pero si yo pedía un peso me dabas un hueso; en cambio tú pides un beso y lo quieres recibir a huevo. Hubiera preferido una madriza que tu perdón.


No entiendo porqué dudas que alguien pueda entablar una relación tan idílica en ambos sentidos: un hombre de cuarenta y una jovencita. Porque no es monstruoso ni repugnante como crees, al contrario. Solo hay que proponérselo y verdad buena que sucede. Y sin necesidad de ser cantante ni superestrella de Hollywood.

     Se le dijo que ya estaba pasándose. Que hoy día a ninguna jovencita se le puede aguantar el paso, que ellas le dan la vuelta a todo el mundo. Y quién con niñas anda, orinado acaba. Pero no hizo caso. Siempre en una lista indefinida de amantes; así comenzaba o acababa. Pero lo apechugaba valientemente como si adelante e invisible estuviera la salida.

     —Que esto era una excepción que habría que aguantar porque tarde que temprano todo cambia —, decía.

     Pobre, lo imagino, enchilado en alguna espiral de esas que siempre suceden; de que me lo hiciste te lo hago doble, una de cal por las de arena. Y que nunca puede concluir porque nunca hay un golpe definitivo. Él jamás hubiera acabado nada por su maldito sentido de superioridad; benevolencia condescendiente que tiene.

     —No es de caballeros romper nada —, decía.

     Para mí que esas eran una putas que no distinguía y seguro que ellas también ignoraban su “esa” condición.

     Yo era su peor es nada, su “nalga” para sus cinco minutos de calentura. Otros se hubieran paseado pavoneándose conmigo…, y lo hacen:

     —Cabrón ha de ser muy pendeja o él muy cabrón; que mira que para andar con alguien así: Toda una “señito”...

     —Damita...

     —Yo si me caso contigo, güerita...

     Y yo no podía decirle no a nadie. Cualquiera que se ofrecía me cegaba como una venadita es cegada por la luz en la carretera del tráiler que le atropellará. Porque, ¿cómo puedes prever que te “plancharán”, que no podrás evadirte y que te dejarán tendida, sola y con tantos remordimientos?

     Todo estuvo mal desde el principio, dejándome ahí, así como así, sin ataduras. Porque se necesitan de seguridades para seguir viviendo, pisar fuerte como dice la canción, y que te perdonen las veces que sean necesarias...

     —¿Y él? —. Paciente y soñador, buscándola a ella. La buscaba en el fondo de mí y a veces en el fondo de ellas. La buscaba hasta en los lugares más oscuros…, y la encontró.
     Créeme, soñar siempre con la chica ideal emperra a cualquiera. Ahora ya digo que si no estás aquí habrá alguien más. A amar lo que tengo en frente y todo lo demás al carajo.


Estoy subida en el mueble frente al espejo como cuando era una niña recién bañada: mirando y entretenida, besándose.

Me beso, la beso, te beso, nos besamos, nos besaremos mucho... Apareces en el espejo y la besas.

Debió ser el único verbo que aprendí a conjugar bien, por eso, porque me besabas cariñosamente como si yo fuera ella. Abrazada, acariciada y estremecida.

Al principio llorabas y me pedías perdón.

Te decía: —No llores, yo nunca te voy a dejar —. Pero después me repelías saliendo como un tapón de sidra navideña.

Pobre Cenicienta huyendo de la felicidad y la felicidad huyendo de ella.



Me sonroja exponerme así y que me vean. Con mis zapatillas altas; ahora bien ajustadas; no como aquellas que me quedaban grandes por mis pies pequeños. Pero esas y no éstas me llenaban de orgullo y de deseos, y como a la Cenicienta me trasformaban en bailarina, princesa, y modelo de revista…

Otro cantar sería si amaras lo que tienes enfrente y valoraras lo que parece impúdico. Pero hasta lo más sagrado se menosprecia, y lo que quieres cuando lo tienes y manoseas lo echas de lado; como a las pantimedias apestadas. Y todo, aunque se diga lo contrario, tiene un precio.

“Pack piernas y bikini brasileño: tres mil quinientos pesos”. Que quedas liza como una bebita. Que a Eva Longoria y Gwyneth Paltrow les mejoró su vida íntima. Que es una depilación hecha en el área del bikini, que elimina casi todo el vello excepto un poco en frente en forma de “v”, que desaparece el vello entre los labios vaginales y, algunas veces, si se requiere, en la parte trasera, en tu colita. “El resultado es un área vaginal suave y sin vello…”.

—No no. Depilación total, sin ninguna figura ni casquete —. Que porque es la moda. Hasta porque no te conocieron antes, de niña. Porque si sí:

—Hasta violín te hubiera tocado, y te hubiera gustado...

Y yo me hubiera dejado que me hicieras lo que quisieras, papito...

Qué estupidez, de todos modos siempre tratan de pagar por lo que comen. Es su instinto. Como una oblación nutres y hartas y le echan unos pesos a la alcancía. Y al revés, quieres algo; tendrás que pagar.

—¿Cuerpomatic?

Sí, cárgalo a mí cuenta.

Que no se deba nada a nadie, como se reza en las plegarias del domingo. Para que quedes bien con todos y Dios contigo.

Tomad, comed, éste es mi cuerpo que es entregado, haced esto en mi memoria...

Toma para tus chuchulucos, toma para el ortodoncista, toma para que no me olvides, toma, toma y toma.


Mi vello púbico ha oscurecido. Es un jardín cuidado y luminoso. No una selva oscura y enmarañada.

De todos modos solo buscan zambullirse ahí —aquí—, y las veces que se les antoja. Sin compromisos ni ataduras de ninguna especie; salvo las del deseo fugas y perverso. No es amor; es sobrecogimiento de espíritu, un lapsus brutus, necesidad. Es Adán y Eva en el paraíso espulgándose los piojos y rascándose la comezón que no se alcanzan.

—No te quiero, menos te amo —. Y que ya era domingo y lo tenía hasta la coronilla.

—Necesito descansar —. Y era como si dijera: Soy espléndido y magnánimo contigo, changuita Eva… o changuita cómo te llames. Me voy a mi jacal, a mi paraíso en mi Pent-House, en la última rama de aquella jacaranda. Quiero estar solo. No eres lo que me habían prometido, lo que yo me había prometido y lo que tú me habías prometido...

—Pero, ¿qué te cuesta amar si ya lo haces? — le decía.

De todos modos no te amarán y se sumergirán en ti, te ahogaran los besos, no podrás salir de las aguas profundas, dulces y saladas…

—Lo que necesitas es alguien que te pasee y te escriba cartas de amor. Que te quiera realmente y se case contigo. Un novio formal y de manita sudada, ¿eh? Porque si le das eso ya te fregaste... Además, para que buscas tortillas si aquí tienes pan. ¿Coger? Coger solo conmigo para que no nos vayamos a pescar una infección...

No soñaba conmigo sino con ella. Para mí no había futuro solo presente. Yo era solo carne que urgía. Y me desgajaba como una mandarina rica y apetitosa.

Al momento te ciegas, los ojos se te inyectan de sangre. Zarandeadas y aventones medianamente premeditados sobre el colchón, más el gesto despótico, con la consiguiente reconciliación era lo de cajón...

—Por eso querías con la luz apagada, ¿verdad? Pero el olor qué, si hueles a puta, a cabrón vaciado… Y no me vengas a decir que esos no son chupetones...

No hay mejor sesión de sexo que la que se da inmediatamente después de la anterior y que se hace pensando como la última, o al cierne de una venganza. Es excitante para ambos, aunque por diferentes razones.

Si, igual, omití lo de los descalabros con los ceniceros y vasos, o con lo que fuera que se encuentra suelto, o a la mano, en la habitación, que para eso es: para romperse la madre. Porque no iba a permitir que me tratara como a su puta, como un pedazo de carne, como a un bistec.


No me gustan los gatos pues como sabes me gustan los perros, son más leales, sumisos y domésticos. A los gatos los admiro por autónomos, bellos y salvajes, pero hasta ahí. Y como se dice: los gatos con los gatos, y los que parecen perros y gatos: en un costal.

Eso sí, yo nunca he sido gata...

El médico dice que el pelo del gato es nocivo para la reproducción humana. Y yo si me quiero reproducir... jajaja.

—Ven, gatito, minino minino, misifus, bichito bichito… Tu amo no te puede atender. Velo está presente solo en cuerpo, pero su espíritu vuela más allá de las estrellas... Ven, acércate, hagámosle compañía...

—El gato siempre chilla…


A ti siempre te han gustado las gatas. A la gata mayor siempre la quisiste a pesar de todo, sin reserva alguna, con todo y gatitos. Que la amabas aunque te hubiera hecho lo que te hizo. ¡Qué vergüenza!

Trayéndola grabada en tu mapa mental, fue amor a primera vista. Y no desaprovecharías tu suerte, te lanzarías con todo como un kamikase.

—Una mexicana a la francesa —, decías.

Y yo digo que se parecía más a la Pocahontas de Walt Disney que a la Catherinne Zeta John del Zorro. Mira bien cariño, porque al lado de mí ella es una caricatura que da risa.


Es curioso. Ese cuadro perteneció a mi ex y me encantaba. Cuándo la mala suerte nos separó; ese día antes de marcharse acuchillo el lienzo, enveneno al perro con una salchicha y se marchó iracundo. Yo estaba temblando de miedo. Al mes tuve que abandonar el departamento. El perro murió en el veterinario, y su cuadro del Cristo, todo despedazado y pateado, quedo hecho jirones allí dónde le ves…

No sé porqué te digo todo esto, si sólo has de estar blufeando para tratar de impresionarme. Pero si lo tuyo no es payasada te contactaré con él para que te lo haga. Has de saber que una pintura de estas se lleva mucho tiempo y supongo que te lo hará, si le llegas al precio… Y sí, nos tomaremos un café. Prefiero frappé con una cereza. ¿Sabes hacer un nudo con la ramita que queda, con la pura boca y sin meter las manos? Si sí, es que sabes besar...


“Ya no puedo hablar de muchas cosas. Digamos que todo acabó y yo ando por ahí, vagando, dando vueltas. Buscando una dirección si es que la busco, ¿pero si no la encuentro?...

¡Oh mi amor, qué me pasa!

Te extraño, me dueles en la piel, en la garganta. Cada que respiro es cómo si el vacío me entrara en el pecho dónde ya no estás. Y por qué no, ¿por qué no habría de buscarte? Cuántas veces me había plantado como un árbol frente a tu casa, en la penumbra y la luz débil a distinguir formas. Tu silueta delgada inscrita en mi mente.

Contigo yo sentía crecer un aire nuevo, los signos fabulosos del atardecer, o esa manera como las cosas se dibujaban cuando estábamos recostados de cansancio en el auto...

Apenas no separan unas horas, unas cuantas cuadras. Me separan el orgullo y la pena de haberte dejado ir, de no haberte retenido, de no encontrarte más”.

Es verdad, el entrecomillado significa que estoy citando. Lo hago por respeto a ti, querido y desde entonces apreciable autor. Ojalá yo hubiera sido la fuente de inspiración de este escrito, pero no.

Pero yo también fui fuente de inspiración de otra forma. Por mí también vagaste y lloraste como un bebé. ¿Cuántas veces corriste como un loco persiguiéndome, perdiendo la compostura y el santo juicio? ¿Cuántas veces te plantaste como un árbol frente a mi casa, temblando de rabia y de vergüenza? ¿Cuántas ocasiones al verme llegar en un auto, con otro hombre, nos separo más tu orgullo? ¿Cuándo escribirás de mí haciéndome para siempre tuya? Pero ahora ya nada de esto importa. Si no puedes ser lo que yo quiero mejor que no seas. Si no eres para mí no serás para nadie. ¿Me desconoces? Todas son tus palabras. Todas son tus amenazas y promesas incumplidas... ¿Yo? Recuerda, tengo el cerebro de una neandertal que solo sirve para repetir…


¡Ay ay, ya me enteré que andas con otra! Qué triste es cuando mis ojos ven que solo me querías para eso, y que no me verías porque andaba en mis días…

Hasta hubiera trabajado de tu puta con tal que me quisieras, pero necesitaba que pensaras en mí, y me lo dijeras, y yo, no sabes, hubiera sido la mujer más fiel del mundo.

Amor, jamás habíamos estado tan juntos… Amor, abrázame que tengo frío... ¡Amor, no jales que descobijas!

Comentarios

  1. Existen un sin fin de preguntas, pero sí solo es una historia, no digo màs.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Portada Diario de una feligresa

Portada